Por: Alfonso Suárez R.
La palabra sindicato surge de una combinación de dos vocablos griegos; el vocablo “Sin” que en español significa “con” y el vocablo “Dike” que significa justicia; sindicato entonces significa “con justicia”, el objetivo de los sindicatos es justicia para los trabajadores y sus familias.
Los sindicatos se originan en la injusticia, en el trato desigual, en el abuso al que eran sometidos los trabajadores en el mundo y en México; largas jornadas de trabajo en malas condiciones y muy bajos salarios, viviendas insalubres, desempleo y miseria en la vejez, así como discriminación extrema, orillaron a los trabajadores a crear sus propias organizaciones con la finalidad de defenderse y la de impulsar los intereses económicos propios de los trabajadores.
Así, desde que surgió el primer sindicato en Europa durante el siglo XIX, se inició el camino de los trabajadores hacia la justicia, hoy los trabajadores continúan esta lucha a pesar de que han transcurrido más de 150 años con sus organizaciones. Hoy en día, los derechos laborales de los trabajadores son reconocidos a escala mundial, existen normas nacionales e internacionales para promover y defender los derechos e intereses de los trabajadores, sin embargo, todavía no se logra la justicia, por ello el sindicalismo sigue siendo indispensable para los trabajadores en la actualidad.
Durante el siglo XIX los derechos más elementales de los trabajadores no eran reconocidos, ni por los patrones, ni por los gobiernos, la ley no reconocía las relaciones laborales como relaciones especiales, sino como contratos entre particulares, incluso los sindicatos estaban prohibidos; llevó muchos años de esfuerzo a los trabajadores en el Mundo y en México para poder organizarse, primero, su lucha fue para que se les reconociera como entidades de interés colectivo, y después, para que los derechos comunes de los trabajadores fueran reconocidos y sus demandas atendidas.
El camino que tuvo que recorrer el sindicalismo mexicano ha sido largo y complejo. Desde 1917, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos contiene no sólo las garantías para el ejercicio de la libertad individual, sino y por vez primera, en su Artículo 123, el reconocimiento de derechos colectivos, como lo es el de la sindicalización y la contratación colectiva.
Desde entonces, se estructuró el derecho laboral mexicano sobre tres fundamentos; 1) La estabilidad en el empleo, 2) La irrenunciabilidad de los derechos y 3) Tutelaje de la parte más débil de la relación laboral, el trabajador por parte de las autoridades representativas del Estado mexicano.
Las relaciones laborales, se establecieron así, sobre la base de la participación tripartita: trabajadores, empresarios y gobierno han sido los actores del mundo del trabajo mexicano. Desde la entrada en vigor de la primera Ley Federal del Trabajo el 18 de agosto de 1931, los trabajadores y empresarios de México contaron con la base institucional para el desarrollo de una relación fluida que permitió el crecimiento sostenido de la economía mexicana a razón de 6 % cada año durante cincuenta años consecutivos; la relación entre trabajadores y empresarios con una permanente intervención del Estado, garantizó la paz laboral y por ello el crecimiento económico e institucional que marcaron el progreso social del país.
Sin embargo, este modelo cambió a partir de 1983 y desde esa fecha se ha retrocedido mucho en los intereses de los trabajadores, quienes padecen problemas que siendo nuevos, nos recuerdan las condiciones de trabajo del siglo XIX. En México 6 de cada diez trabajadores nunca alcanzarán a ejercer esos derechos pues son informales, no tienen acceso a la seguridad social, esto es, a servicio médico, indemnización y pensión por accidentes de trabajo o vejez, el poder de compra de los salarios ha caído en más de 70 % y avanzan las nuevas formas de explotación del trabajo como el Outsourcing.
Los sindicatos fueron, por su participación, los impulsores del desarrollo de la seguridad social. Salud, educación y vivienda fueron el eje de las demandas del sector obrero, y los logros están plasmados en el andamiaje institucional con que hoy se cuenta en nuestro país, pero estas instituciones se han deteriorado, por lo que hoy las organizaciones de los trabajadores tienen la obligación de seguir su lucha por la justicia social y la igualdad distributiva.